La recuperación económica posterior a la pandemia, el atractivo de vivir en una ciudad como Girona, los efectos de la Ley de Contención de Precios, los pisos turísticos, las viviendas vacías en manos de bancos y grandes tenedores, la vuelta de estudiantes de la UdG en clases presenciales, las reticiencias de los propietarios a la hora de alquilar a ciertos colectivos, la manca de promociones de protección oficial, el miedo a las ocupaciones ilegales, el obstáculo de tener que presentar avales y pagar fianzas o comisiones a las agencias... las posibles causas, desde diferentes puntos de vista, son múltiples. Pero el diagnóstico es común: hoy en día cuesta mucho encontrar piso de alquiler a la ciudad de Girona.
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