El Banco Central Europeo (BCE) se prepara para aplicar una nueva reducción de 0,25 puntos básicos en los tipos de interés, lo que situaría la tasa oficial en el 2,5%. Esta será la sexta baja desde el verano de 2024, en un contexto en el que el Euríbor ya se mueve en torno al 2,37%.
La estrategia del BCE hasta ahora ha consistido en normalizar el crédito para impulsar una economía de la zona euro que, en general, muestra un crecimiento muy débil. Sin embargo, la situación varía significativamente entre los principales países miembros. Mientras que España destaca con un crecimiento robusto del 3,5%, otras economías como Alemania han registrado cifras negativas (por ejemplo, una contracción del −0,2% en el último trimestre) y Francia e Italia han mostrado incrementos muy modestos (0,7% y 0,5%, respectivamente).
La decisión de recortar los tipos responde a que la inflación ha comenzado a moderarse, situándose en el 2,4% según los últimos datos, lo que permite a la entidad flexibilizar su política monetaria. No obstante, este camino no está exento de críticas y dudas. Tanto analistas externos como algunas voces internas del propio BCE, entre ellas Isabel Schnabel, plantean la posibilidad de que se aproxime el momento de pausar o incluso detener la bajada de tipos. La preocupación surge porque, aunque la medida alivia el costo del crédito y favorece el endeudamiento de hogares y empresas, puede generar un efecto contraproducente a medio plazo si nuevas inversiones públicas (por ejemplo, los planes de gasto industrial y militar en países como Alemania) incrementan la actividad económica y, con ello, las presiones inflacionarias.
Además, los mercados financieros ya están reaccionando a este cambio de rumbo: el coste del deudor en países de la zona euro está aumentando, evidenciado por el reciente alza del coste de la deuda alemana a 10 años, que ha alcanzado un 11%. Esto sugiere que, a pesar de las continuas bajadas, se vislumbra la posibilidad de un giro en la política del BCE en un futuro cercano.