- Más allá del déficit de oferta, la inmigración creciente y el auge de los hogares unipersonales reconfiguran la demanda residencial y desafían la planificación urbana tradicional.
- Ante una demanda cambiante y fragmentada, los expertos piden herramientas de planificación más flexibles: "La incertidumbre ha llegado para quedarse".
Cuando se habla de la crisis de la vivienda en España, el foco suele dirigirse hacia la oferta, pues el consenso está puesto en que el desajuste viene dado por esta parte de la ecuación. Desde sectores financieros, políticos y empresariales, los discursos giran en torno al déficit de pisos: faltan 10.000 viviendas nuevas al año, se necesitan 50.000 viviendas sociales para alcanzar la media europea… Pero ¿qué pasa con la demanda? ¿Quién está impulsando hoy la necesidad de vivienda y con qué características?
"Comprender esta cara de la moneda resulta clave para diseñar políticas eficaces y adecuadas al contexto actual", asegura el investigador principal de la Cátedra d'Habitatge y profesor de la UAB, Juan Antonio Módenes. Porque la demanda de hogares ya no responde a los patrones tradicionales, donde la natalidad o el crecimiento vegetativo de la población eran los principales motores. Hoy, los factores determinantes son otros: la inmigración y un profundo cambio en el comportamiento social vinculado a la formación de hogares.
Cada vez vivimos más solos
La creación de nuevos hogares se ve modulada por un factor, menos visible, pero igual de determinante, basado en el comportamiento social. En las grandes ciudades españolas, cada vez más personas viven solas. Según el INE, en 2039 los hogares unipersonales superarán cualquier otra modalidad de convivencia, alcanzando los 7,7 millones, el 33,5% del total. Una realidad que ya está aquí, pues en ciudades como Barcelona o Madrid, las viviendas ocupadas por una sola persona representan hoy el 31% y el 30,5% del parque habitacional, respectivamente.
Tradicionalmente, quienes vivían solos eran personas mayores, viudas o jubiladas. Pero las estadísticas más recientes revelan un nuevo perfil: personas divorciadas, jóvenes emancipados que no desean compartir, y solteros de larga duración. Un informe del centro de análisis económico Funcas sobre el censo de 2022 señala que solo el 43% de las mujeres de entre 30 y 34 años nacidas en España vive en pareja. En 1970, ese porcentaje superaba el 85%. En los hombres, el descenso es aún más brusco: del 81% al 32%.
Vivir solo en Barcelona exige al menos 47.000 euros netos anuales
Vivir en solitario, sin embargo, no es accesible para cualquiera. El servicio de estudios BBVA Research considera que el grave desequilibrio entre oferta y demanda en el mercado de la vivienda se va a seguir traduciendo en un aumento de los precios y en la expulsión del mercado de compra de los segmentos de población con menor nivel de renta. Así lo refleja su informe 'Situación España' en el que anticipan que el precio de la vivienda continuará aumentando. Lo hará en el 7,3% este año y el 5,3% en 2026 (casi un 13% de forma acumulada).
