Ricardo y Josefina tenían un trabajo y una vida "normal" hasta que la crisis económica les llevó al paro en 2013. La situación se alargó, agotaron todas las prestaciones y llegó un momento en el que no pudieron pagar el alquiler del piso en el que vivían en Vallecas, en Madrid. Así que, junto a sus tres hijas pequeñas, emprendieron el único camino que vieron posible: la okupación. "Es un fracaso absoluto, al principio tienes un sentimiento de culpa, luego ves que no, que es una situación de abandono institucional", apunta Ricardo.
En 2015 entraron a una vivienda vacía propiedad de un banco (que luego compró un fondo de inversión) en el distrito de Villaverde y desde entonces aseguran que no han dejado de intentar regularizar su situación, solicitando vivienda pública desde antes de la okupación e intentando negociar un alquiler social, sin éxito. Han tenido varios intentos de desahucio, siempre fracasados gracias al apoyo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), de la que él es hoy también un conocido activista.