Durante los últimos 25 años, los ingresos reales de los catalanes han permanecido estancados, pese a un notable crecimiento del PIB. Esto se debe, en parte, al creciente coste de la vivienda, lo que ha llevado a destinar una mayor proporción del sueldo a este gasto.
En el año 2000, se destinaba un 31% de los ingresos a la vivienda, mientras que actualmente este porcentaje es del 34,6% (en comparación con un 32,2% en la media europea).El hecho de que, a pesar de un PIB que crece por encima de la media europea, el poder adquisitivo de los ciudadanos no mejora, es el problema central.
Además, a pesar de esta presión económica, Cataluña ha mejorado en servicios públicos como sanidad, educación y servicios sociales, con una esperanza de vida que ha aumentado hasta los 84 años y una reducción del 23% en las emisiones de gases de efecto invernadero. La Cámara de Comercio de Barcelona insta a tomar medidas urgentes para incrementar la oferta de vivienda asequible, impulsando modelos de construcción más industrializados, ágiles y económicos.