El acceso a la vivienda sigue siendo uno de los principales obstáculos para la emancipación juvenil en España. Según el Barómetro de la Vivienda elaborada por GAD3 e impulsado por el CGATE, el 40% de los menores de 30 años todavía vive con su familia y solo uno de cada tres tiene una vivienda propia. Además, el 36% de los jóvenes emancipados ha necesitado ayuda económica familiar. Esta dificultad se traduce también en una gran carga económica: el 18% de las personas entre 30 y 44 años destinan más del 50% de sus ingresos a su vivienda.
La situación residencial impacta directamente en la salud mental de los jóvenes. Un 60% de los que sufren soledad no deseada consideran que la vivienda agrava su malestar. Factores como la lejanía de la familia, el mal estado del inmueble, la falta de luz natural y de privacidad contribuyen a aumentar la ansiedad y la depresión. De hecho, un 24% ha experimentado estrés o ansiedad, y un 19% ha padecido depresión o miedo a perder su hogar.
Ante esta realidad, las patronales del sector han presentado un decálogo de propuestas para aumentar la oferta habitacional, con el objetivo de sumar 220.000 viviendas al año. Reclaman a las administraciones públicas políticas activas que reviertan esta desigualdad generacional y garanticen a los jóvenes el derecho a una vivienda digna.