La provincia de Girona sufre un grave déficit de vivienda, con una oferta de obra nueva muy inferior a la demanda real. En 2024 solo se construyeron 1.351 viviendas, mientras que se formaron 4.912 nuevos hogares, es decir, casi cuatro veces más demanda que oferta. Desde 2020, se han dejado de construir más de 12.600 viviendas necesarias, y las proyecciones indican que sería necesario levantar 6.000 nuevas viviendas al año durante más de una década para cubrir las necesidades.
Este desequilibrio se agrava por diversos factores: la fuerte demanda extranjera, especialmente en la Costa Brava; el envejecimiento de la población, que hace crecer los hogares unipersonales; y los cambios en los modelos de convivencia, como parejas sin hijos o viviendas compartidas. Todo ello provoca que aumente la presión residencial y que los precios sigan al alza, tanto en el mercado de obra nueva como en el de segunda mano, que también empieza a agotarse.
Según la Asociación de Consultoras Inmobiliarias (ACI), no basta con construir más: es necesaria una nueva política residencial que impulse la rehabilitación del parque existente, la diversificación tipológica (con pisos más pequeños y adaptados) y una planificación territorial estratégica. Además, reclaman que las políticas públicas tengan en cuenta las diferencias entre provincias, ya que no todas sufren el mismo nivel de tensión habitacional.

